[Advertencia: los suscriptores de este blog ya conocen parcialmente su contenido por haberlo leído en el newsletter de la semana pasada]. Cada año, en la primera semana de setiembre, el sector español de las telecomunicaciones se da cita en Santander. Y cada año, el enunciado del encuentro, organizado por la patronal AMETIC, procura transmitir un mensaje positivo sobre el papel relevante del sector en la economía. 2013 no ha sido excepción, pero el mensaje ha sonado impostado, porque hay conflictos abiertos entre los operadores, hay confusión acerca del nuevo regulador español y se ha abierto un frente potencialmente explosivo en torno a las reformas que promueve Bruselas.
Desde el primer del encuentro de Santander, el tono quedó marcado por la ponencia de José María Álvarez Pallete, consejero delegado del grupo Telefónica, quien subrayó la sistemática pérdida de competitividad de los operadores europeos frente a los americanos y asiáticos. Que se traduce directamente en debilidad financiera: comparó los múltiplos bursátiles de las telecos de esas regiones, para concluir que estas presentan ratios de ebitda y flujo de caja muy superiores a las europeas, con un efecto perverso a la hora de financiar las inversiones en infraestructura.
No es un capricho de los inversores, precisó Álvarez Pallete, sino uno de los resultados del entorno en que opera esta industria en Europa. Mostró un gráfico (que se reproduce parcialmente en esta página) según el cual el indice de ingresos de los operadores refleja una caída del 10% en Europa y una subida del 35% en Estados Unidos, frente al de incrementos de tráfico de sus redes, que sube el 836% y el 966% respectivamente [ver gráfico]. Su conclusión: parte del valor que generan los operadores se está transfiriendo a otros actores, pero de los primeros se exige que asuman las inversiones que eviten el desbordamiento de las infraestructuras por el impacto de los segundos.
Hay 339 operadores móviles en Europa frente a 9 en Estados Unidos, y la regulación europea se basa en el principio de que cuantos más operadores haya, mejor para el consumidor. Las cuentas de resultados son por demás elocuentes al respecto. Por cierto que la comparación entre Europa y Estados Unidos fue un leit motiv recurrente en varias intervenciones. Jean-Marc Vignolles, consejero delegado de Orange en España, llegó dos días tarde pero a tiempo para machacar el mismo clavo: «los dos grandes operadores norteamericanos juntos han generado en 2012 más beneficios antes de impuestos (ebitda) que la suma de los cinco grandes operadores en Europa». Y la cotización bursátil del bloque europeo está sometida a fuerte presión, que abarata eventuales operaciones hostiles por parte de operadores extranjeros, explicó Vignolles.
El trasfondo es una polémica también recurrente: una regulación europea «excesivamente protectora del consumidor», según Vignolles, presiona sobre los márgenes de la industria. Será recurrente, pero de actualidad, porque en esos días la comisaria europea Neelie Kroes daba los últimos retoques a su plan para suprimir gradualmente las tarifas de roaming – sobreprecio por servicios de voz y datos fuera del país de origen – iniciativa que ha puesto de uñas a todos los operadores. La reforma Kroes es resistida por estos, que no dudan en criticar que la medida de su éxito o fracaso sea la bajada de precios.
Faltan meses para las elecciones europeas, y la comisaria liberal holandesa quiere dejar como legado una así llamada agenda digital, que por fuerza requerirá inversiones en red. El pulso queda así planteado: si pretende seguir bajando los precios al usuario – que para los operadores ya son suficientemente bajos – la CE no obtendrá la inversión que reclama para cumplir con la agenda. Por otro lado, su colega Joaquín Almunia mantiene una postura no menos discutida: los operadores se quejan de las condiciones que ha puesto a varias operaciones de consolidación, que según ellos favorece la irrupción de competidores extracomunitarios, como pone de relieve el desembarco de América Móvil en Holanda y Austria.
El nacimiento en España de la CNMC, neo-mega-regulador que aúna mercados dispares y competencia, rebaja la CMT al rango de dirección general. El que entre los miembros del consejo del organismo no haya un solo especialista en telecomunicaciones, despierta recelos. Al responder sobre esta objeción, el ministro de Industria, José Manuel Soria, se limitó a responder a los periodistas que «los nombramientos se han hecho con criterios técnicos», y de inmediato aprovechó otra pregunta sobre energía para escaquearse.
La reconversión drástica del órgano regulador español llega en un momento crítico. Vodafone ha impugnado ante la extinta Comisión Nacional de la Competencia el acuerdo firmado entre Telefónica y el cuarto operador, Yoigo, por el que aquel usará frecuencias que este tiene adjudicadas para prestar servicio de datos móviles con tecnología de cuarta generación. Es un conflicto de calado, y aunque el denunciante ha pedido la suspensión cautelar del acuerdo, Movistar tenía previsto comenzar a dar servicio 4G este fin de semana.
Con vehemencia nada habitual en él, Francisco Román, presidente de Vodafone España, alzó la voz para explicar la posición de su empresa. Este caso, dijo, es «el mayor que yo conozca de coordinación entre dos competidores en España» y puede implicar abuso de posición dominante y discriminación a terceros. Para Vodafone, el acuerdo Telefónica-Yoigo constituye una cesión de espectro radioeléctrico que fue adjudicado a la segunda, para que lo utilice la primera, infringiendo así las condiciones de la subasta de 2011. Por su parte, Luis Miguel Gilpérez, presidente de Telefónica España, sostuvo ante la prensa que se trata de un acuerdo «coyuntural» de compartición de recursos, legalmente defendible.
A este capítulo, Antònio Coimbra, consejero delegado de Vodafone España, añadiría otra patata caliente, el despliegue de fibra óptica. En principio resuelto el conflicto por mediación de la CMT, Telefónica accedió a cerrar un trato con Vodafone y Orange por el que los tres operadores (y Jazztel, asociada con Telefónica) compartirían la distribución vertical de accesos de fibra dentro de los edificios . Pero, según Coimbra, el precio de referencia – el que un operador ha de pagar a otro que ha hecho el tendido – aprobado por la CMT, eleva artificialmente el coste a los competidores del titular del despliegue, favoreciendo a Telefónica, que tiene actualmente 2,7 millones de hogares en cobertura. Pese a estas apariencias de borrasca, hacía buen tiempo en Santander.
[publicado en La Vanguardia el 15/9]